Tienes que entender la paradoja hedonista que planteó el filósofo Henry Sidgwick: el placer no puede ser adquirido directamente, sólo puede ser adquirido indirectamente. Viktor Frankl hizo un planteamiento similar: “la felicidad debe tener un fundamento del que nazca espontáneamente. Pero la felicidad no se puede perseguir, no se puede fabricar; al contrario, cuanto más se la persigue, cuanto más se busca el placer, menos se alcanza”.
Una forma de encontrar la felicidad es viajando, conociendo lugares nuevos y es mucho más gratificante si lo haces en compañía de tus seres queridos. Hay lugares maravillosos por visitar, hay cosas muy diferentes por hacer en cada lugar del mundo, hay comidas exóticas por probar en otros lugares o hasta la misma pero con preparación y sazón distinta.
No solo es necesario viajar fuera del país a lugares que no puedes ni pronunciar su nombre, hay lugares hermosos dentro de tu país, dentro de tu región, no es necesario invertir mucho dinero para hacer el viaje de tus sueños, solo necesitas ganas y una buena compañía.
La felicidad tiene el rostro de otro diferente a ti, quizás el de tu esposo mirando la lluvia tras la ventana, mientras tus hijos duermen una siesta veraniega. La voz de tu madre en el teléfono, la mano de tu hermana sirviéndote otro trozo de torta de limón. El amor es maestro de la dicha, porque el amor verdadero transforma lo cotidiano en extraordinario: un abrazo, una mirada, un beso tienen el poder de hacer milagros, viajar con tus seres queridos será, sin duda alguna, una experiencia muy bonita, que no solo quedará en los recuerdos de las fotografías, si no en los corazones.